Estoy
viendo muchos artículos, fotos en las redes sociales, dando a conocer que los
padres deben enseñarles a sus hijos, que deben ser pobres pero “felices”
y digo porque no se puede ser las dos cosas a la vez, esto es algo muy
común creer que ser pobre es ser feliz y que los ricos no lo son, encontrarme
con personas que creen (por alguna extraña razón) que la humildad es lo mismo
que la pobreza. Particularmente, le escucho decir esto, a personas de bajos
ingresos económicos. Y la excusa es básicamente la siguiente: “Los ricos son
malos”. Por lo tanto, “los pobres son buenos”, y la mayor virtud de ser pobre,
es ser humilde. Porque sencillamente no hay nada por lo cual sentirse superior
a otros. Esto, por un lado, es bastante triste, pues son justamente las
personas pobres las que relacionan más el valor personal con el dinero. Ellos
se tienen que justificar de alguna manera ante la gente que tiene más
éxito financiero, diciendo que son humildes. Y por otro lado, es bastante
peligroso para el progreso de las personas, pues creer que tener una gran
riqueza es malo, te puede detener en tu camino al éxito total. Yo no sé si te
lo has preguntado alguna vez, pero la verdad es que el dinero no
tiene nada
que ver con la actitud. Si una persona
consigue dinero y se vuelve mala, es porque ya lo era, antes de tener dinero. Y
si una persona pobre tiene baja autoestima, no necesariamente significa que su
condición económica sea la causa. Relacionar la riqueza o abundancia financiera con
infelicidad, miseria, soberbia, prepotencia, etc, es sólo una manera más de
excusarse y decir: “Como no tengo tanto éxito, y soy una buena persona,
entonces los exitosos deben ser malos”. Nada más alejado de la realidad. Así
como existen personas corruptas, que roban y estafan a los pobres, existen
pobres que hacen lo mismo con los ricos y con otros pobres. Desafortunadamente
la maldad no está concentrada en ningún bando y es prácticamente universal. De
alguna manera u otra, habrá maldad en diferentes matices de la sociedad, y esto
será totalmente independiente del estrato social. Si nos vamos a la definición,
la pobreza es la carencia de recursos (incluso más básicos, o recursos de subsistencia).
Y la humildad es la virtud que consiste en el conocimiento de las propias
limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento. Es
decir, en aceptar que sencillamente no somos perfectos y que tenemos mucho por
mejorar, por comprender, e incluso muchas cosas por las cuales arrepentirnos o
pedir perdón. Y yo te pregunto: ¿Se necesita ser pobre para esto? ¡Por
supuesto que NO! Ni remotamente. He conocido personas pobres
que son bastante prepotentes, y también personas ricas que son generosas y que
no escatiman en afecto y gentileza. Decir que los ricos son malos, es como
decir que los pobres son criminales. Ambas cosas son ciertas, pero tan
solo en una minoría de la sociedad. Y ¿Por qué parece que sólo
escuchamos cosas malas sobre las personas adineradas? Pues porque eso es lo que
los medios nos comunican todo el tiempo: Malas Noticias. Nunca
escucharás en el noticiero decir cuántas parejas de adolescentes se están
enamorando, ni cuántas nuevas empresas han alcanzado el éxito. Ni mucho menos
verás temas sobre desarrollo personal y auto ayuda en las noticias del
medio día. Lo que se vende son malas noticias. Curiosamente es lo que le gusta
a la gente promedio. Por lo tanto los medios no hacen más que bombardearnos con
todo lo malo. Y claro, si no se dice nada bueno, parecería entonces que no hay
nada bueno respecto a los verdaderos ricos. Pero no te engañes, hazte un
favor y deja de creerle a la televisión. Investiga, lee, y adquiere
conocimientos sobre cómo las personas que hoy gozan de un gran éxito, han
llegado a alcanzarlo. Te darás cuenta que prácticamente todos hicieron cosas
buenas, e incluso contribuyeron con un mundo mejor. Y aún así, muchos se
sienten agradecidos, y con humildad agradecen lo que tienen y se
comprometen con mejorar y contribuir con mayor valor cada vez más. Mientras que
algunos en la pobreza, no dejan de quejarse de su
situación, y de exigir con soberbia y prepotencia a otros (como el gobierno)
que responda por su situación. Es hora de que nos demos cuenta que nadie más es
responsable por nuestra situación, y que adoptemos la humildad en nuestra vida
como sinónimo de progreso, de autoaceptación y de compromiso de crecimiento. No
como carencia de recursos necesarios para sobrevivir, lo cual no tiene nada que
ver. Eduquemonos para cambiar, pero no nos eduquemos en la educación obsoleta y
caduca que imparten en las escuelas, colegios y universidades,eduquemonos en el
sistema educativo de la nueva economía, eduquemonos donde se educan los
soñadores.
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